EL HOGAR COMO UN PROPÓSITO AMBICIOSO PERO ASEQUIBLE O COMO UNA REALIDAD DE LA QUE NUNCA TUVIMOS CONCIENCIA HASTA QUE FUE DEMASIADO TARDE
Comparto
con ustedes, este interesante post de pijamasurf, disfrútenlo:
En una historia contada por Rumi, el
famoso poeta místico persa, tres peces toman distintas decisiones cuando ven
que un grupo de pescadores se acerca al lago donde viven. Uno de ellos, el más
inteligente, opta por tomar rumbo al mar y se va sin enterar a los otros dos de
su partida; el segundo, “medio inteligente”, decide quedarse pero fingir que
está muerto: al verlo flotar vientre arriba, los pescadores se creen el engaño
y lo descartan; finalmente, el tercer pez, que en la historia se califica de
tonto, confía en que su habilidad y su astucia serán suficientes para evadir
las redes de los pescadores, pero se equivoca, y termina en una sartén,
cocinándose a fuego lento.
Como
sucede con frecuencia en la literatura religiosa o edificante, en este caso la
narración sirve de vehículo a una o varias enseñanzas. De manera general, se
instruye al lector en la multiplicidad de perspectivas que es posible adoptar
ante la vida y las circunstancias de las que está hecha, ese carácter
impredecible tan suyo y por el cual vivir puede parecer a veces tan complicado
(sobre todo para quienes quisieran que las cosas se mantuvieran fijas o bajo su
control).
En
un sentido más específico, pero aún como una interpretación, puede decirse que
el tema central de la historia es el hogar y la postura que cada uno de los
peces asume ante este. Aunque, al principio, parece que para los tres el lago
es su hogar, conforme la historia se desarrolla y se exponen las decisiones que
cada uno tomó, advertimos que no es así, que si acaso algo comparten los tres
con respecto al lago es tomarlo como el lugar donde vivían, un punto en común
que se ramifica de manera distinta para cada uno.
Si
nos mantenemos en esta hipótesis, de los tres peces los más interesantes son el
primero y el último. El más inteligente podría calificarse también de más
ambicioso, arriesgado, pues es el único que aprovecha la circunstancia para
arrostrar un camino que implica distancia y peligros, la soledad de un viaje
que hace por su propia cuenta y sin compañía, incluso la posibilidad de no
retornar; un poco como si el pez supiera del océano con anterioridad, lo
anhelara, pero solo en el momento de enfrentarse con los pescadores reconociera
que tenía que partir —eso o la muerte:
El
pez inteligente decidió irse de inmediato, recorrer el largo y difícil camino
hacia el mar.
Pensó:
“No consultaré con los otros dos. Harán vacilar mi decisión, pues aman
demasiado este lugar. Lo llaman su hogar. Su ignorancia los obligará a quedarse
aquí”.
Cuando
viajes, pide consejo a un viajero, no a quien esté anclado a un lugar por su
propia incapacidad. Mahoma dice:
“El
amor por el terruño es parte de la fe”.
Pero
el terruño es lugar hacia donde te diriges, no donde estás.
No
leas mal ese hadith.
El
hogar es en esa parte de la historia menos un ideal que un propósito: algo para
lo cual se va en pos de. Un objetivo que se vislumbra a la distancia, quizá
incluso en la imaginación o en el deseo, pero que aun así se sabe asequible.
Implica enfrentar dificultades pero es posible que, después de todo, se
consiga, se llegue ahí. Por eso, poco más adelante pero todavía en este mismo
talante, Rumi escribe: “Amar el hogar es bueno pero pregúntate primero: ¿dónde
está realmente el hogar?”.
El
tercer pez, en contraste, vive confiado en sus recursos y quizá podría decirse
que no ve más allá de su propio horizonte ni está interesado en ir más allá.
Piensa que escabullirse de los pescadores será tarea fácil, pero muere
consumido por su propia ignorancia. Al final de la historia se nos muestra por
una última vez a este pez, ya en la sartén, en un pensamiento de componentes
contradictorios:
Mientras,
el tercer pez tonto, brincaba agitado tratando de escapar por medio de su
agilidad y astucia. Por fin la red lo atrapó y ya en la terrible cama del
sartén para freír, pensó, “Si salgo de ésta nunca viviré otra vez en los
confines del lago. Para la próxima, el mar. Haré del Infinito mi hogar”.
Como
vemos, la estrechez de juicio de este tercer pez llega hasta el último minuto:
aunque está a punto de ser comido, todavía piensa que puede salir bien librado
de la adversidad, y al instante siguiente se dice: “Para la próxima, el mar.
Haré del Infinito mi hogar”, sin darse cuenta de que no existe tal cosa como
una próxima oportunidad. Al menos no para hacer del infinito el hogar propio.
Si eso es posible, no hay otro lugar más que aquí, ni otro momento más que
ahora.
Autor: Juan
Pablo Carrillo hernández
tomado DE: http://pijamasurf.com/2015/07/hogar-es-adonde-te-diriges-no-donde-te-encuentras-sobre-una-historia-de-rumi/
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